domingo, 30 de junio de 2013

Gor. Ormm y leah.





El viento frío silbaba entre las rendijas de los gruesos muros de la fortaleza.
Con pasos largos, llegó a sus estancias, situadas en una parte privilegiada desde donde se podían divisar las montañas y la aldea que parecía postrarse ante El.
Cerró la puerta , con ella en brazos. Respiraba con fatiga pero pensó que leah era fuerte, menuda, pero llena de vida y podría sobrevivir a la crueldad a la que había sido sometida.
La tumbó sobre las pieles blancas, y allí, mirándola, se sintió más duro que nunca, más como su padre deseaba, y más culpable, un sentimiento nuevo para El, Hijo del Ubar de la ciudad, guerrero consumado y luchador perfecto con cualquier kiva.
Cogió un fino lienzo que tenía guardado en el arcón más grande, junto con tejidos y telas traídas de tierras lejanas; las utilizaban las kajiras que llamaba a su dependencia para ser usadas , por y para su antojo.
Escupió sobre el lienzo que tenía en las manos y comenzó a lavar las heridas de leah con su propia saliva. La kajira gemía de dolor y se revolvía lentamente. Tenía los ojos cerrados y en su cara, los moratones y la sangre seca, dibujaban una máscara trágica que cubría la dulzura de sus rasgos y la blancura de su piel.
Ormm la contemplaba, la limpiaba , haciendo cosas que un Amo no hace. Tarea de kajiras, trabajo de perros.....Su padre no debía saber de esto nunca.
Decidió dejarla allí, después de comprobar por su leve aliento, que estaba viva. Volvería al gran salón. Su ausencia podía levantar sospechas; así pues, cubrió su cuerpo desnudo con las pieles y apagó las velas. Salió y cerró despacio asegurándose que no había nadie. Se asomó con cautela a uno de los patios interiores ; allí estaban sus eslines, sentados y como siempre en alerta, dispuestos a todo y capaces de despedazar a un hombre en unos instantes.
Les llamó con un silbido seco y sonoro. eran los únicos en los que podía confiar para que la protegieran en su ausencia . Llegaron con rapidez a través de los pasillos húmedos ladrando y jadeando, quedándose a los pies de Ormm que les acarició con orgullo. Les miró con seriedad y les dio ordenes precisas para que allí no entrara nadie. Los eslines le miraron comprendiendo el mandato, y así, guardianes de la seguridad de leah, vieron alejarse a su Amo Ormm a través de la oscuridad de la noche....



                                                                 constanza





.Un abrazo cariñoso. constanza

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